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A los docentes, también esenciales


Llegó septiembre y con él la vuelta a las aulas. Los docentes se incorporaban a sus centros educativos con sus maletas llenas de interrogantes. Cada uno intentaba colocarse en su sitio correspondiente, no sin antes sentirse abrumado por las numerosas instrucciones, las infinitas indicaciones, la estricta vigilancia del cumplimiento de normas...y un sinfín de circunstancias en las que el nuevo curso venía envuelto.

Los equipos directivos, apenas sin descanso, llegaron marcando la senda que durante nueve meses había que recorrer.

Los profesores acudían a sus aulas donde le esperaba un reducido grupo de alumnos, cuyo rostro no era más que un reflejo hostil de lo que estaban viviendo. Otros aguardaban desde casa de manera ansiosa la conexión del profesor.

Y ahí estaban ellos, los docentes,

entregados y comprometidos con su trabajo y sin descuidar a ningún alumno. Esos profesores cuya labor se ha duplicado este curso, pues no sólo han tenido que atender a todos y a cada uno de sus discentes y sus circunstancias, sino que, además, se han visto obligados a aprender un nuevo lenguaje, el único lenguaje que les ha permitido intuir, el de los ojos, el lenguaje de la mirada como vehículo de expresión no verbal. Todo ello sin olvidar el esfuerzo de su labor a través de su inseparable escudo, la mascarilla. Su voz, muchas veces quebrada y rota, era el alivio para muchos.

A lo largo de estos nueve meses se han vivido momentos de estrés, de incertidumbre, de ansiedad, de nerviosismo, de resiliencia, un conjunto de emociones difíciles de gestionar. Sin embargo, ahí estaban ellos de nuevo, poniendo su vocación y dedicación al servicio de esos complicados momentos.

Llegando ya a estos últimos días y desde la tarima del aula se percibe que alguien llama a la puerta, es el descanso que pide permiso para entrar. Ese merecido descanso que no sólo desea ocupar algún pupitre, algún rincón del aula, sino también quiere ofrecerse a esos profesores sin cuyo esfuerzo y dedicación este curso no hubiera llegado a su fin.

Por todo ello, GRACIAS a todos y cada uno de los DOCENTES, porque también ellos son ESENCIALES.


Pilar Rico

Profesora de Lengua castellana y Literatura.

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